Hay frases que generan impresiones para toda la vida. Una vez, mientras discutíamos un tema interesante, alguien dijo: “son tus sentimientos. Tú los sientes. No solo son válidos sino que además son reales, no importa si los demás consideran que no deberían ser”.
Ahora, cada que tengo una discusión con alguien, tengo en cuenta esa frase y entiendo que mi realidad y la de mi interlocutor son distintas porque la realidad es una percepción.
La realidad como verdad insdiscutible
Nietzsche decía que no existían los hechos, solo interpretaciones de los mismos. Esa interpretación es la realidad. Personal, propia, viciada en cierta medida por lo que cada quien vive…pero es. Existe. Está. Real.
¿Alguna vez han escuchado esa frase que dice “La belleza reside en los ojos de quien la admira”? Exactamente lo mismo. La realidad, como la belleza, son una percepción personal de un hecho, objeto o situación en concreto.
No sé si es una inexactitud decir que la realidad es un constructo (no social, sino personal) y que la sociedad no es más que una colcha de retazos de realidades personales, de micro-universos que se juntan para formar un caos uniforme de realidad maciza, que también es percibida por cada individuo.
Es como decir: mi percepción de realidad alimenta a la sociedad en la que vivo y esta, a su vez, alimenta mis percepciones.
Cuando intentamos explicar este pensamiento, aparece en la mente esta imagen de Harry Potter:

Nuestra realidad no es más que aquello que estamos dispuestos a creer. Soportada con razones, claro, pero solo razones que estamos dispuestos a aceptar (¿has escuchado hablar del Confirmation bias? Te dejamos la inquietud).
La realidad como percepción
El mejor ejemplo para demostrar que nuestras realidades son composiciones que hemos perfeccionado con los años para acomodarlas a nuestra percepción cómoda del mundo son precisamente esos Efectos Mandela.
¿Qué es un efecto Mandela?
Hace varios años, cuando Nelson Mandela aún vivía, solía ser tema de conversación (como a veces pasa). Y había dentro de los presentes quien creía que Mandela ya había muerto.
Puede que fuera desconocimiento, pero la verdad es que la mayoría de las personas tienden a rellenar los vacíos de su memoria con hechos que, aunque no son reales, así lo parecen o así lo creen.
En otro artículo en NEWO hablábamos de la confirmación del Sesgo (confirmation bias), que no es más que la necesidad de asociación y aceptación de percepciones personales para aceptarlas como razones “universales”.
Así nace el Efecto Mandela.
¿Quieres comprobarlo? Aquí te dejamos algunos efecto Mandela que quizás conozcas, o crees conocer.
¿Cuál es entonces la realidad real?
Es difícil hablar de una realidad real, puesto que cada realidad, por más distorsionada que sea, existe. Podríamos hablar, quizas, de realidades sociales y personales. Siendo las sociales aquellas que vivimos como sociedad, en conjunto; y las personales aquellas que presenciamos en primera persona. Nuestra realidad personal nutre la realidad social y viceversa.
Intentemos con este ejemplo: las personas con problemas psiquiátricos tienen una realidad distinta, producto de sus diagnósticos médicos, pero sabemos que dista de la realidad social porque no pueden adaptarse a ella. Es una realidad personal que va en contravía de la realidad social.
Podríamos concluir, entonces, que tu realidad existe, importa y constituye una parte fundamental de tu ser. Así como las de otros seres, a riesgo de sonar algo individualistas.
Pero has pensado ¿cuánto de tu realidad está construido para que se adapte a ella, aunque haya espacios incongruentes? La información que consumes, lo que crees, lo que ves…
Te has puesto a pensar ¿Qué tanta parte de tu realidad es un constructo personal y cuánto es un constructo social? La configuración de nuestra realidad depende también y en gran medida, de aquello a lo que nos exponemos. Asegúrate de rodearte y exponerte a aquello que enriquezca tu realidad.