Historia de un matrimonio: la apuesta de Netflix por el Oscar

Antes de escribir esto, mientras pensaba qué quería decir, me vino a la mente una canción de Joaquín Sabina que les dejo aquí:

“Lo peor del amor es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le quedan dos puntos suspensivos…”

Y con esto empieza lo que les quiero decir: de esta película aprendí que es más difícil poco a poco dejar ir, que perder el amor de un solo golpe. Y van a saber por qué cuando se la vean.

Como ya les he dicho, soy una persona que llora despidiendo un buque de carga. Tal vez por eso, o porque la idea de ver el recuento de una separación no me llamaba demasiado, no había querido dedicarle el tiempo a esta película.

Empezaré y no ahondaré diciéndoles que falla en la dirección y en la trama. Esto segundo puede deberse a que, más que la historia de un matrimonio, es el resumen de un divorcio; y todos sabemos que, esos, casi nunca son amables y casi siempre son tediosos. O lo suponemos, porque mucha gente no se atreve a hablar de ello.

Es la historia de Charlie y Nicole, una pareja que, después de 10 años y en el ocaso de su matrimonio, intenta disolver la sociedad conyugal con un mediador, sin abogados. Custodia, quién se queda con qué, dónde va a vivir cada quién …todas las restas de lo que alguna vez sumaron.

Charlie es director de teatro en New York y ha tenido una carrera que podemos considerar exitosa. Nicole, por su parte, es una actriz que vio la cima de su carrera a temprana edad con una sola película taquillera y decidió seguir a Charlie hasta NYC, donde ambos se refugiaron en las tablas, donde ella protagoniza las obras que Charlie dirige.

Ahora sí me voy a extender en contarles dónde excede: en las actuaciones y en el guion.

Parece poco, pero no lo es. Scarlett Johansson entrega un personaje absolutamente humano, acaparando toda la pantalla incluso cuando comparte escena con Laura Dern, que ganó el Oscar a mejor actriz secundaria por este papel (en mi opinión, tiene mejores actuaciones)

ScarJo lleva la emotividad de una separación al siguiente nivel. Casi que te hace sentir la frustración del fracaso de su matrimonio en cada escena, donde presenta una soberbia transición entre sus emociones, cautivando el corazón de la audiencia de una forma indescriptible. Hay una parte en particular donde logra guardar su compostura lo suficiente para no tener que quebrarse delante de nadie…impecable e impresionante cómo logra abrazar lo suficiente el sufrimiento de su personaje para comunicarlo de la manera más real posible.

Adam Driver (Charlie) también logra lo propio, retratando a un ser que no podremos entender completamente, o al menos yo no lo hice, porque una cosa es lo que Nicole dice de Charlie, lo bueno y lo malo…y otra, lo que nos muestra la película. Esta ambivalencia ente padre amoroso y esposo con muchas fallas se complementa muy bien con el equilibrio emocional con el que se presenta el personaje. Dato curioso: solo llora una sola vez en toda la película.

Por el lado del guion: hemos visto cómo varias películas se han sostenido por obra y gracia de quien las actúa, así sea entregando líneas flojas que no comunican más que la empatía o las emociones que la actuación, como tal, logre despertar; aquí no van a encontrar líneas flojas, lo que hace mucho más empática la película. El diálogo está muy bien construido y tanto Driver como Johansson entregan las líneas de una forma tan orgánica que parece, en efecto, que sus peleas fueran reales.

Hay una palabra en inglés que describe la película: Uncouple. Que es ese acto consciente, aunque doloroso, de separarse de la pareja. De dejar de ser pareja. Así, entre el uncouple-ing, negociaciones, dramas desoladores y planes para el futuro, transcurren los 177 minutos de una película vista en pocas salas de cine por ser de Netflix pero que sí recibió las distinciones a la altura de quienes la protagonizan.

Solo me queda por decirles: no se queden sin verla. Aprenderán, como mínimo, la importancia de aprender a identificar los pequeños momentos que van haciendo mella en una relación. Si eso no les llama la atención, los actores que la protagonizan de pronto sí. Y así, después de 754 palabras, a este punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos.

Valentina Hoyos

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