Decía Stephen Hawking que el trabajo de la ciencia es explicar los misterios de la naturaleza, grandes o pequeños. Llegó un momento de nuestra corta vida como seres pensantes en el que nuestra curiosidad nos impulsó a buscar qué había fuera de nuestro planeta.
La carrera espacial de los años 60 fue conocida en todo el mundo: La entonces Unión Soviética y Estados Unidos se enfrentaron en una competencia por lograr conquistar el espacio exterior y entender qué había fuera de la órbita terrestre[1]. Lo macro.
Han pasado casi 60 años y los avances de la ciencia en todos los campos son inconmensurables. Tanto, que hablamos de la radiación Hawking y de la teoría M para entender todo. Tanto, que tiempo atrás algunos estudios ya revelaban la posibilidad de una pandemia en los años venideros y aquí estamos.
Una pregunta que surge con esta pandemia es ¿cómo es posible que algo tan pequeño cause tanto daño? Podríamos intentar darle una explicación a lo efecto mariposa o apegarnos a lo científico y conocer a fondo los efectos del COVID-19 en el cuerpo humano.
O mejor, podemos volver a la carrera espacial.
En lo que pareciera ser una nueva edición de una carrera por demostrar poderío ante un mundo globalizado pero atemorizado, hoy la carrera no es hacia el espacio sino hacia el microscopio. Lo pequeño. Lo que ni siquiera vemos con nuestros ojos
Con este gráfico de ABC News, podemos hacernos una idea de quiénes están compitiendo en esta carrera microscópica:

No se trata de una carrera por demostrar quién llega primero a la luna. Hay que llegar primero a la vacuna. De manera eficiente y segura, pero lo más rápido posible. Necesitamos ser Usaín Bolt en esta carrera.
Estamos intentando condensar años de perfeccionamiento clínico de una vacuna en MESES que pueda desarrollarse, testearse y producirse a gran escala en el menor tiempo posible. Aquí surge una pregunta ¿qué riesgos implica, en términos de efectos secundarios, que aceleremos los procesos de prueba de la vacuna? Carlos Julio Montoya, PhD en Inmunología, explica que no se conoce con exactitud qué riesgos implica, o si realmente implica nuevos riesgos.
Montoya también hace énfasis en que los estudios de fase I y II también se evalúa la seguridad de las vacunas; hasta el momento no se han demostrado riesgos graves para la salud en los sujetos que han participado de los ensayos.
Sin embargo, pueden existir efectos secundarios agudos y crónicos que sólo se observan cuando se incluya un mayor número de individuos en los estudios de fase III, y cuando pase mucho más tiempo después de la administración de las vacunas en estudio.
Según el último artículo de la BBC sobre estas vacunas[2] y en contraste con tabla de la ABC NEWS, se habla de 140 desarrollos de vacunas en paralelo, algunas en etapas muy tempranas y otras en un estado ya más avanzado.
De estas, 25 están siendo probadas en humanos (que es un estadio adelantado del estudio).
¿Cómo funciona una vacuna?
La principal razón por la que muchas personas están en contra de las vacunas es por la forma en que funcionan. Una vacuna es una dosis mínima del virus que se introduce en el cuerpo. Es la cantidad suficiente para que no enferme, pero sí para que el sistema inmune (maravilla de la naturaleza) reconozca la amenaza y genere los anticuerpos necesarios para combatirlo.
Esto desencadena un proceso en el que generamos las defensas necesarias para saber cómo atacar y neutralizar el virus cuando estemos expuestos a él en la realidad.
Hay varias formas de crear estas mini dosis de virus, pero esta es la más común. Si quieres conocer cómo se está aproximando cada estudio a esta vacuna, haz clic aquí o aquí.
Que casi ninguna vacuna esté en fase 3 o más adelante significa que todavía no estamos completamente seguros de la efectividad en la generación de estos anticuerpos y la seguridad de la vacuna para los humanos.
Y es donde algunos piensan “hay personas con inmunidad innata”, ¿es esto cierto? El Doctor Montoya habla de que no hay una demostración fáctica de esto, pero deja claro que todos los seres humanos hacemos uso de nuestro sistema inmune (a excepción de quienes tienen inmunodeficiencias) que incluye complejas interacciones entre muchas células y moléculas, y que es exitosa en el control inicial de una gran exposición natural a agentes infecciosos diversos.
Montoya concluye: “Así tengamos sistema de defensas, innatos u otros, toda persona debe considerarse susceptible a las infecciones y guardar estrictamente las medidas de control suficientemente establecidas y difundidas por todos los medios.”
Igual, es importante anotar que, para llegar a este punto, los avances han sido gigantescos: pudimos descifrar el genoma del SARS-CoV2. Eso quiere decir que sabemos cómo está compuesto genéticamente y eso ayuda en la investigación de vacunas y tratamientos para la enfermedad.
Miremos este otro gráfico de The Guardian, según la última información de la Organización Mundial de la Salud del 23 de julio.

La primera etapa del desarrollo de una vacuna incluye pruebas en animales que tengan un ADN similar al nuestro. Exacto, chimpancés. De ahí, una vez probada la eficiencia de la vacuna sin arriesgar humanos, se buscan voluntarios que quieran probar la vacuna. Un pequeño grupo. Luego agrandamos el grupo y medimos los resultados. Una vez probado el éxito en grupos más grandes, intentamos hacerlo a gran escala y de ahí se aprueba la vacuna.
Por fuera de China, Los laboratorios farmacológicos de Pfizer y Moderna son los que más adelantado llevan el estudio. También está la universidad de Oxford, que en la última semana ha reportado avances en cuanto a la “fuerte respuesta inmunológica.”[3]O sea, tal vez sea segura y eso es esperanzador. Moderna habla de un costo entre 40 y 50 euros por dosis[4] para países desarrollados, que es su target específico.
Aunque el panorama es esperanzador, la producción masiva y posterior consecución de dosis para países enteros puede ser compleja. Alemania, Japón y Rusia estiman que la vacuna no estará disponible para el grueso de la población mundial hasta mediados de 2021.
Rusia, siendo quien más ahínco pone en acelerar el estudio hasta la etapa de producción masiva, está siendo observada con lupa por la OMS, pidiendo cautela en la clase de afirmaciones que hacen respecto a sus avances.
Antes de eso, la vacuna solo será para países como USA, que ya ha doblado su financiación a la búsqueda.
La carrera microscópica busca ponerle un fin a la pandemia pero también habla de la capacidad económica de quienes han podido producirla y, últimamente, de quienes puedan conseguirla.
No es mentira, entonces, que debamos esperar y ser prudentes con el manejo de la cura del COVID-19, que puede tardar unos meses más y que necesita ser, antes que efectiva, segura. Lo que no debe tardar es la concientización del autocuidado para las labores diarias.
El balance mundial depende no solo de la cura del virus sino también del manejo individual que le damos a la pandemia, no se trata de encerrarse en el miedo al contagio sino de convivir responsablemente con el virus. Cuidarse y respetar todas las normas de seguridad es el primer paso.
Bibliografía [1]https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Cronolog%C3%ADa_de_la_carrera_espacial[2]https://www.bbc.com/news/health-51665497[3]https://www.theguardian.com/world/2020/jul/20/oxford-coronavirus-vaccine-triggers-immune-response-trial-shows[4]https://www.eleconomista.es/internacional/noticias/10694374/07/20/La-vacuna-de-Moderna-podria-salir-al-mercado-por-unos-50-euros.html